lunes, 21 de enero de 2008

Vírgen de la Altagracia


Madre espiritual de los dominicanos
La República Dominicana tiene una advocación por la Vírgen de la Altagracia, madre espiritual del pueblo dominicano.
El 21 de enero es Día dedicado a su celebración (por confusión, muchas personas piensan que es la Patrona del país; pero no es así, pues, la Vírgen de las Mercedes es la Patrona).
En 1512 se erigió su parroquia en Higuey por el Obispo de Santo Domingo García Padilla, de hecho esta provincia es principalmente conocida y visitada por personas que concurren a su Santuario todos los años, desplazándose de los más apartados confines de la República a ofrendarle los votos y promesas hechas en momento de dificultad.
Su devoción es ofrecida por la población católica que viene de la época de la Colonia y desde aquí pasó a otras regiones de América.
Los hermanos Alonso y Antonio de Trejo, naturales de Placencia, en Extremadura (España), quienes estuvieron entre los primeros colonos europeos de la isla fueron los que trajeron consigo la imagen de la Vírgen de la Altagracia ofreciéndola para que todos pudieran venerarla. El marco que sostiene el cuadro es posiblemente la expresión más refinada de la orfebrería dominicana.
A principios del siglo XX, Monseñor Arturo de Meriño, Arzobispo de Santo Domingo, pidió a la Santa Sede la concesión de un día oficial para la Vírgen de la Altagracia suplicando, además, que fuese como festividad el 21 de enero, ya que los 15 de agosto no se podía, pues la Iglesia Católica celebraba en esa fecha el Misterio de la Asunción de la Vírgen a los Cielos. El 21 de enero fue declarado oficialmente día no laborable y de Fiesta Nacional en todo el territorio durante el gobierno de Horacio Vásquez.
La imagen de Nuestra Señora de la Altagracia tuvo el privilegio especial de haber sido coronada dos veces; el 15 de agosto de 1922, en el pontificado de Pío XI y por el Papa Juan Pablo II, quien durante su visita a la isla de Santo Domingo el 25 de enero de 1979, coronó personalmente a la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a la Vírgen, primera evangelizadora de las Américas. Juan Pablo II también visitó a la Vírgen en su basílica en Higuey.
Extraído del Periódico El Caribe, edición de fecha 21 de enero del 2008.

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