martes, 6 de mayo de 2008

Ascención de Jesús

Este pasado domingo se celebró la solemnidad de la Ascención de Nuestro Señor Jesucristo. Mediante este acto se cumple la misión que Jesús vino a realizar en el mundo, la cual consistía en venir a enseñar su doctrina, mostrarle al mundo la gloria del reino de Dios y sobre todo, entregar su vida para salvarnos de nuestros pecados.

En el Antiguo Testamento, observamos cómo los grandes profetas y temerosos de Dios, entregaban sacrificios como manera de dar gracias por las bendiciones derramadas hacia ellos. Tan grande era este acto, que incluso Abrahám iba a sacrificar a su propio hijo por ser la voluntad de Dios Padre; sin embargo, esto no llegó a ocurrir ya que el Creador sólo quería probar la Fe de Abrahám y le perdonó la vida de su hijo, cambiando el sacrificio por un cabrito.

Muchos años después, en ese mismo monte donde Abrahám iba a sacrificar a su hijo, se realizó el último sacrificio hecho por Dios mismo: entregar el Cordero que iba a dar su vida para salvar de los pecados a todos los hombres; no sólo a los hombres de esa época, sino a los del pasado, presente y a los venideros. Por eso es que hasta nuestros días sabemos que Jesús entregó su vida por nosotros, para librarnos de todo mal y debemos de ser fieles a este sacrificio. Esta promesa la había realizado Dios al ser anunciada a través de los profetas desde el Antiguo Testamento.

Al momento de la Ascención de Cristo nos da una nueva promesa, cuando dice: "Estaré con ustedes todos los días de su vida hasta el fin de la historia". Esta promesa se cumple día tras día a todas horas, ya que Jesús se encuentra presente en todo momento en la Eucaristía. Todos los cristianos creyentes sabemos que el Señor se encuentra presente en el Santo Sacramento de la Eucaristía, al momento de consagrar el pan y el vino y convertirse en Cuerpo y Sangre de Cristo. Al momento de finalizar una misa en un lugar, en otra parte del mundo se inicia otra y por eso es que se cumple esta promesa de estar siempre, en todo momento, todos los días de nuestra vida, hasta el fin de la historia cuando será el juicio final.

Pidamos a Dios que siempre nos de la Gracia de estar limpios y puros para recibir ese Cuerpo y esa Sangre y así nosotros también cumplir con nuestra parte de que Jesús Vivo esté con nosotros hasta el fin de nuestra historia. Que el Señor les bendiga siempre.

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