lunes, 1 de octubre de 2007

Evangelio del Día 01-10-2007


Evangelio según San Lucas 9,46-50.
Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande". Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros". Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".
Reflexión:
En esta lectura tenemos dos enseñanzas, por lo que dividiré la reflexión en dos partes:
1) Jesús nos enseña que para ser salvos debemos tener tal grado de humildad, la cual la compara con un niño. Las personas que tenemos niños entendemos esto, ya que no hay un ser humano tan humilde y que no conoce lo que significa la palabra "rencor". El Señor nos pide que tengamos el alma como un niño para poder entrar en el Reino de los Cielos. El ejemplo más claro lo podemos ilustrar de la siguiente manera: cuando un padre llega al final del día, luego de un arduo día de trabajo, no hay medicina mejor que al abrir la puerta encontrar la cara de felicidad de su hijo(a) con los brazos abiertos gritando: !Papi, papi! o !Mami, mami!. Así mismo Jesús nos enseña que debemos tener esa misma actitud con nuestro Padre Celestial cada vez que vamos hacia El: Con los brazos abiertos y llenos de gozo ante la presencia divina de nuestro Creador. Por otro lado, cuando al niño lo corregimos por alguna travesura que haya hecho, de inmediato se pone a llorar; sin embargo a los 5 minutos se le olvida y te sonríe como que nada ha pasado. Esa es la actitud que Jesús nos pide hacia nuestro prójimo. No importa lo que un hermano te haga, perdónalo de inmediato y vivirás feliz como un niño. Esta reflexión cumple con el mandamiento mayor que nos dejó nuestro Señor: "Amarás al Señor, tu Dios, con todas tus fuerzas, con toda tu alma y con todo tu ser; y amarás a tu prójimo como a ti mismo".
2) En la segunda parte Jesús nos enseña que todo Aquel hermano que esté actuando conforme a la Ley Divina debe ser aceptado, amado y apoyado por todos nosotros, sin importar sexo, raza, religión, creencias políticas, país, etc. No importa quién sea, ni de dónde venga, si realiza la obra Divina de Dios es tu hermano en Cristo. Son incontables las veces que juzgamos a personas de otras religiones, ya que interpretan algunas lecturas de manera diferente que otras. No debemos preocuparnos por las diferencias; por el contrario, debemos centrarnos en lo que tenemos todas las religiones en común: creemos en un solo Dios nuestro Señor y luchamos diariamente con las vicisitudes de la vida para llegar hacia El. En resumen, el Señor nos manda en esta lectura a que nos amemos unos a otros, ya que no importa el camino que tomemos (religión que sigamos), todos terminan en el mismo fin: Nuestro Padre Celestial Dios y nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Dios te bendiga. Amén.

1 comentario:

Claudio Trinidad dijo...

La reflexión es buena, pero debemos recordar que unas de las cosas que Dio no quería que nosotros tuviéramos era conciencia y razonamiento... la cual adquirimos al momento de comer la manzana... Los niños estan en un proceso de aprendizaje que mientras mas sano mejor, pero a nosotros los adultos con conciencia de las cosas no sale dificil perdonar y olvidar tan facil como un niño. Jesus sabe que tiene y siempre tendrá una gran labor con nosotros los humanos imperfectos...

 

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